En este cuento, Peter H. Reynolds, sin formularlo con palabras, transmite el mensaje de que hay que encender la llama creativa en los niños para que puedan experimentar el inefable bienestar que se siente al crear; porque el disfrute creativo no es exclusivo de los artistas, cualquiera puede experimentarlo si se acerca al arte de una manera relajada y olvidándose de la perfección.
Y PARA MÍ ESTA HA SIDO LA MEJOR LECCIÓN: OLVIDARME DE LA PERFECCIÓN.
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